por Rafael Labarca B., Profesor de Matemáticas
Las opiniones vertidas en este log son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no comprometen al Directorio de la ASOACAD.
Nuestro país ha optado por un sistema escolar obligatorio de, al menos, doce años. Veamos qué significa esto en tiempo dedicado a las diferentes asignaturas del currículo para la formación del ciudadano.
Las opiniones vertidas en este log son de la exclusiva responsabilidad de su autor y no comprometen al Directorio de la ASOACAD.
Nuestro país ha optado por un sistema escolar obligatorio de, al menos, doce años. Veamos qué significa esto en tiempo dedicado a las diferentes asignaturas del currículo para la formación del ciudadano.
Para
ello, vamos a suponer que la jornada escolar
diaria es, en media, de 8.15 a 15.30 horas de lunes a viernes. Esto
significa que los estudiantes pasan 36 horas y 15 minutos semanales en el colegio.
Asumiendo
que almuerzan en una hora y que tienen recreos que suman 45 minutos diarios, tenemos que de las horas
- que pasan en el colegio- pueden
atender clases un total de 27 horas y 30 minutos a la semana. Asumiendo que no tienen ninguna
actividad que los distraiga de sus clases y que no se enferman nunca y van
siempre al colegio, ocuparán 16,37% de su tiempo de vida semanal durante el período escolar, a sus clases directas.
Suponiendo
que hay ocho o nueve asignaturas, en el currículo, podemos deducir que tendrán entre 2 y 5 horas
por asignatura a la semana. La asignación de horas, a cada asignatura, se hará dependiendo de la importancia que el
colegio, y la sociedad, otorguen a las materias. Por ejemplo: lenguaje y
matemática. Ambas asignaturas se hacen en programas de 3, 4 o 5 horas semanales,
cada una.
O
sea, en un colegio en el que no se dan tareas y /o trabajos para la casa y en
el que se recomienda no estudiar fuera del horario escolar este sería el máximo de horas semanales que
un alumno dedicaría a estas materias. En el mejor caso (5 horas) representa un poco menos del 3% de su tiempo de
vida semanal (durante su período escolar).
Si
pensamos que el año escolar es de 37 semanas (asumiendo que en cada año se hacen
dos períodos escolares de 18,5 semanas). Tenemos que la mejor hipótesis es que un alumno (sin
huelgas, sin feriados, sin aniversario del colegio, sin nada que afecte la programación
de clases) tendrá 187 horas de clases de una misma materia al año. Esto es 7,71
días de su año de vida dedicado a
aprender esa materia. Observamos que esto representa el 2,11% de su año de vida
dedicado a las clases de la respectiva asignatura.
Ahora
viene la pregunta: ¿Creé Usted que con ese tiempo de dedicación a la semana,
por ejemplo a lenguaje o matemáticas, el futuro ciudadano terminará, al cabo de
doce años sabiendo y comprendiendo todo lo que el currículo básico dice que
tiene que saber?.
Asumo
que el cálculo anterior lo puede hacer toda persona adulta que cursó la
educación obligatoria vigente, por ello me sorprende que haya un movimiento que quiera
promover una ley para prohibir o restringir que se envíen tareas y/o trabajos a
la casa. Más me sorprende que senadores de la república promuevan- seriamente-
dicha ley. En todo caso, asumo que ellos ya hicieron la cuenta que acabamos de
hacer, están de acuerdo que así sea y quieren, además, que sea una norma para
la educación del ciudadano en nuestro país.
En
mi opinión, en vez de intentar restringirnos a todos con algo que no quisiera
para los nuevos ciudadanos (ni para el futuro de la nación), bastaría apenas que todas estas personas usaran
de su derecho a elegir libremente el
tipo de educación que quieren para sus hijos y los inscribieran (o fundarán) escuelas coherentes con lo que creen.
No
me agrada la idea de que pretendan obligar a otros, en particular a los que
están obligados a asistir a las escuelas
públicas y/o subvencionadas, a asumir que sus hijos sólo tendrán esos pequeños
porcentajes anuales para formarse cómo ciudadanos responsables del Chile del
2030 y siguientes años.
Los datos numéricos son una referencia, pero ocultan el problema de fondo que a mi juicio es cualitativo. El tema es qué se hace los profesores y alumnos con esas horas de clases. Extraño que el aula - en toda reforma - jamás es intervenida. ¿Qué se hace con esos alumnos enclaustrados por tantas horas? Aún, aunque no se crea, en inicios del siglo XXI los profesores dictan la materia. Es decir, en términos tecnológicos los alumnos actúan de fotocopiadoras. Me pregunto: ¿Es admisible - se que hay contextos y contextos - que en medio de la revolución de la información de internet todavía se "dicte" la materia es lugar de tener metodologías activas de aprendizaje para lograr conocimientos profundos. La clases lectivas son aburridas antes, ahora y siempre. No matemos la pasión por aprender de nuestros niños. Yo estoy de acuerdo de sacarle trote a los niños, pero más tareas para qué. Hagamos la clase invertida, que la materia la vean los alumnos en videos (el ministerio los podría crear) fuera del aula y que en la sala se hagan las tareas de manera colaborativa (es así como sucede en el mundo social y laboral). Esta manera, implica cambiar el rol de los profesores y se hace más efectivo el aprendizaje como la literatura en pedagogía lo está demostrando por todos lados.
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